Un día me levantare y me daré cuenta que todo fue un mal rato, que todo paso y volveré a tener la fe que he perdido, sonreiré de nuevo y estaré en paz conmigo misma. Estos días tan duros me han enseñado lo importante de la amistad, de la confianza y que muestren su apoyo incondicional, sin esto seriamos nada, un cero a la izquierda. Busco todos los días a un Dios y espero que de verdad escuche mis suplicas y no solo las mías, si no la del resto de las personas que están de una u otra forma deseando que todo salga bien. Es la esperanza de todos, de una familia, de unos amigos que sin conocerse entre si ruegan por un amigo en común. La vida es tan compleja que nunca esperamos lo que nos depara, que no sabemos a donde vamos, pero si sabemos que queremos hacer, nunca entenderemos esta encrucijada que nos vuelve locos, felices y triste. Solo el tiempo y espero que sea muy poco tiempo decidirá que pasara con nuestras vidas en estos momentos, esperando que todo se aclare pronto y que volvamos a la vida que soñamos.
Mi conciencia no me permitió nunca dejar sin asientos a las personas de la 3era edad, en una ocasión se lo cedí a una señora enfermera de cabello corto, ella sonrió, y se ofreció a cuidar mis cosas. Confié en ella, y a pesar de que le tuve que despertar para poder desprender de sus brazos mi lap y mi desayuno, ella sonrió nuevamente. Cada que me la topaba en el 187 de Tlajomulco, ocurría lo mismo.
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